Dormía, o al menos lo intentaba, el frío y el fuerte viento se encargaban de mantenerme entre el sueño y la realidad...
Y de repente, algo me agitó en la cama. Asustada, traté de abrir los ojos, para ver si era un fantasma el que me visitaba, o era mi conciencia que jugaba conmigo, pero apenas si pude ver una silueta sobre mí...
Eras tú.
Con el corazón todavía atorado en mi garganta, te llamé, con la esperanza de que no fueras un sueño otra vez...
No puedo esperar...
Fue lo único que salió de tus labios.
Lo demás fue confuso, no recuerdo en qué momento me encontré acostada otra vez y en que momento nuestra ropa desapareció, pero lo que sí recuerdo fue el primer roce de tus labios con los míos...
Movía la cabeza, tratando de despertar, asegurándome que no fuera otra cruel jugada de mi mente...
Y cuando sentí tu beso más profundo, me desperté completamente.
Debía estar pasando, era todo real.
Tus besos, tus caricias, mis suspiros...
Te tenía, por fín en mi cama.
Tus besos llenaron mi cuello, yo atinaba a acariciarte y aferrarme a tu espalda...
Nuestros cuerpos hicieron que el frío desapareciera, la mente se puso en blanco, y todo dejó de existir.
En esa noche, por fín el sueño se hizo realidad...
No hay caricias imaginarias, ni recreaciones tuyas...
Sólo felicidad inmensa, al saber que eres mío...
Otra vez.
* * * * *