La primera flor...

Fue un clavel, un clavel muy rojo, pequeño, pero de todas, la flor más bella que me han dado, porque la recibí de tí.

Fue en noviembre, el otoño caía con toda su fuerza y aunque los días se veían nostálgicos, a tu lado resultaron ser los días más vivos, más coloridos de todo ese año.

Platicáramos cada vez más seguido, ya tu novia (bueno, ex) en esos momentos comenzaba a sospechar algo, ¿Pero qué querías? No podía evitar acercarme a tí, me costaba mucho mantener a margen todo lo que sentía, todo lo que me estabas provocando, pero me conformaba con platicar contigo y caminar a tu lado.

Ese día, salimos temprano, íbamos hacia el parque, y cuando te iba a preguntar algo sobre la clase, de tu manga sacaste ese clavel, como por arte de magia.

En ese momento los ojos se me iluminaron, no sabes la alegría que me provocaste, no sabes la sorpresa tan grande que recibí, más que nada no podía creerlo.

El sueño se volvió más hermoso, más real, aunque pensaba que no era posible todo, yo estaba con alguien y tú también, pero aunque todo pareciera algo irreal, era lo más hermoso que me estaba ocurriendo...

Años después, he logrado llenar más de dos cajas de flores: rosas, azucenas, claveles, de todas las formas, aromas y colores; son muchas las flores que he recibido de tí, pero entre todas ellas, siempre guardo el recuerdo de esa primera flor, la que me causó tanta alegría y la que hizo que me enamorara más de tí...